Cercar en aquest blog

divendres, 30 de setembre del 2011

San José de Costa Rica

En la capital del pueblo tico

La primera vez que estuve en Costa Rica fue en septiembre de 2011. Mi primera vez en Centroamérica y lo hice a su país más ejemplar: Costa Rica. Luego estuve muy brevemente en un intercambio de aviones que me dio tiempo a comer fuera del aeropuerto. Y ya una tercera vez pude seguir descubriendo su capital y otros lugares, como el parque nacional Tortuguero, la zona de Upala y los alrededores del volcán Poás.

La "Suiza Centroamericana" es así conocida no sólo por contar con paisajes verdes, brumosos y con vacas blancas y negras, sino también por su alto nivel educativo, su neutralidad histórica, por la abolición de su Ejército en 1948 y por su sistema público de Seguridad Social.

Desde el avión cuando uno llega aprecia enseguida que Costa Rica es un país pequeño, ya que de la costa al interior, en el trayecto de aterrizaje a la capital, San José, pasan pocos minutos. Y todo es verde como un brócoli gigante. El ecologismo militante de los costarricenses es también muy alto, siendo que el país tiene un 27% de su territorio protegido y que es el primer Estado Carbono Neutral.

Costa Rica atrae a un gran número de turistas por sus variados y bien conservados parques nacionales, con más biodiversidad que Norteamérica, Europa y Australia juntos; volcanes activos y ríos perfectos para el rafting. Otros acuden llamados por sus paradisíacas playas caribeñas con sus reservas de tortugas; y otros muchos buscan las perfectas playas de surf  y el ambiente alterativo de numerosos puntos de la costa del Pacífico: o el lujo de la costa guanacasteca. 

Sin embargo, casi nadie se para ni siquiera un día a descubrir su curiosa capital. San José sea quizá una capital centroamericana fea, pero eso no significa que sea aburrida ni que no tenga partes bonitas o edificios a descubrir. Personalmente, y por experiencia, creo que vale la pena vivir aunque sea tres días la normalidad de la capital del país más feliz del mundo.

Además, la cultura también está bastante presente en esta animada capital. Mi primera noche allí hice un circuito nocturno por las plazas y calles más históricas de "Chepe" (manera cariñosa en la que los costarricenses llaman a su capital). Un grupo de jóvenes llevan adelante una iniciativa llamada "Chepecletas", consistente en paseos nocturnos guiados, con la que buscan fomentar no sólo el uso de la bicicleta en la capital, sino también los paseos y, en especial, los paseos nocturnos para que los ciudadanos recuperen la calle y los espacios públicos para su disfrute.

Empezamos el paseo por la arbolado Parque Nacional, bajo la estatua central, en la que están representadas las cuatro repúblicas centroamericanas, lideradas por Costa Rica, expulsando a William Walker, un norteamericano que el en siglo XIX pretendió conquistar para su país a las repúblicas recién nacidas. Su expulsión con éxito (con derrota de Nicaragua incluida) aún se celebra.

De allí fuimos bajando por la Avenida 3, una de las primeras del mundo en ser iluminadas eléctricamente, tras las de París. Esto da talla de la riqueza de los cafetaleros josefinos en épocas pasadas. Llegamos al Parque Morazán con su bonito Templo de la Música en el centro, una gran glorieta de hormigón de estilo neoclásico considerada por muchos con símbolo de la ciudad. En una de sus esquinas hay un parquecito presidido por la conocida como Edificio Metálico, un precioso edificio de dos plantas prefabricado en Bélgica que se trajo pieza por pieza desde allí, y que recuerda mucho a las construcciones art nouveau del hierro de Bruselas. Actualmente es una escuela.

Por cierto, que enfrente de la Casa Metálica se encuentra uno de los bares más históricos de la ciudad: el Morazán, que aún mantiene parte de sus azulejos españoles. Numerosas personalidades lo frecuentaron, la más popular de las cuales el Che Guevara en sus estancias por San José. Sus cócteles con o sin alcohol son enormes.

Y justo al lado se encuentra uno de los parques más bonitos y frondosos de la ciudad, el parque España, con una espectacular iluminación nocturna que realza a los enormes árboles selváticos que tapan el cielo aquí. El lugar está presidido por una estatua de Cristóbal Colón que sus descendientes regalaron al pueblo de Costa Rica celebrando el V Aniversario de la llegada del navegante a las costas de "Tiquicia" (así llaman popularmente a Costa Rica sus habitantes).

Enfrente de este parque se halla un bonito y pequeño edificio colonial conocido como la Casa Amarilla, sede de la Cancillería costarricense, es decir, del Ministerio de Exteriores, a la que entré en mi tercera visita. Se diseñó en 1920 para ser la sede del Tribunal Supremo Centroamericano. Y por detrás se llega al elegante barrio Amón, con sus calles jalonadas de las antiguas mansiones victorianas de los cafetaleros o de modernísimos edificios residenciales. También hay varios ejemplos de art decó remarcables.

El paseo acabó con una cena ligera en Cambalache, un local muy bohemio del barrio donde se sirven unos pocos platos vegetarianos como la lasagna vegetal o el panini de zuchinni acompañados de la chicha, una bebida alcohólica casera que destilaban las tribus indígenas y que ahora es difícil encontrar. Recomiendo probar la de piña y canela.

Dicho esto, y a pesar de que con esta descripción pudiera parecer que las noches josefinas son muy tranquilas, lo cierto es que la otra cara nocturna de la ciudad es mucho más conocida: la festiva. San José cuenta con decenas de locales nocturnos para todos los gustos.

Noctámbulos de todo pelaje encontrarán en la capital costarricense un local adaptado a sus necesidades. En mi primera vez, los modernos empedernidos acudían al sofisticado Steinvorth, situado en un antiguo edificio un enorme tipo loft a dos alturas que ofrecía exposiciones de arte por las tardes y pista de fiesta por las noches, con música de DJ. También estaba en auge el Trece, en el paseo de los Estudiantes, local decorado con elementos tan curiosos como teléfonos antiguos pegados al techo en forma de reloj o una reproducción gigante de la iglesia de la Merced de lego adosado a una de las paredes o ropa antigua tendida en otra pared. 

Aunque los que busquen algo más latino también lo tendrán fácil. Hay muchos locales con música de ese tipo, aunque tal vez el más sofisticado era el Home, un lounge-club del centro comercial Via Lindora en el que incluso tocan bandas costarricenses en directo. Música latina y de moda en general con gente por encima de los 27 y alguna que otra modelo local suelta como Kimberly Zúñiga. Aunque el club por excelencia de la capital en 2011 era Vértigo, en el paseo Colón, por sus sesiones de música house y electro-dance y su público joven y bien vestido. 

Mi segunda vez saliendo de copas por Chepe conocí Selvática, donde se ponía música algo más comercial y copas excelentes, y se disfrutaba de vistas de la capital. Y por otro lado descubrí también Antik, enorme casona antigua y ahora discoteca con salas en las que perderse, una gran sala superior con terraza dedicada al reggaetón y otra grande en el sótano con las sesiones de electrónica y house más famosas de San José. Otra noche también pude tomar un delicioso cóctel en Nunc City Garden, en Rohrmoser, barrio que ahora ha visto crecer los sitios chic donde cenar o tomar algo.

La noche de esta ciudad es también conocida por ostentar la capitalidad de las fiestas LGTB centroamericanas. Rodeada de países donde la homosexualidad se castiga con años de prisión, Costa Rica se ha convertido en el país gay-friendly de la región. Así, San José cuenta con una variada oferta, destacando en 2011 el Club Oh!, una enorme discoteca con lounge adyacente y música mayormente electrónica, con actuaciones de drag-queens. El Bochinche era la competencia directa al anterior, con música más bailable y un restaurante barato en su interior. Y como bares, sigue funcionando el clásico Puchos.

Recuerdo a la noche josefina por sus precios muy bajos, con copas que no superaban los 3000 colones (alrededor de 4 euros) y barras libres que organizan algunas discotecas, algunas por sólo 10 000 colones, es decir unos 13 euros. Pero esto se acabó: los precios de la noche aquí en 2024 son equivalentes a los de la noche madrileña: la inflación hace estragos.

Más allá de paseos nocturnos y fiesta, San José ofrece muchas cosas de día: lo primero es pasear por la bulliciosa y peatonal Avenida Central, auténtico corazón de la ciudad, dónde pulsar el día a día, en sus decenas de tiendas o cadenas de comida rápida y con sus vendedores ambulantes bloqueando el paso a los ejecutivos encorbatados con prisas.

Al llegar a la altura del Mercado Central, construido en 1880, no dudéis en meteros y hacer una pausa. A diferencia de los mercados europeos, aquí encontrareis carne, frutas, verduras y pescado, pero también tiendas de souvenirs, de ropa, de electrónica, heladerías y "sodas" que es como se llaman los locales donde comer algo barato y tradicional. Recomiendo comer en la Soda Tapia una de las más famosas y antiguas del país, perfecta para probar el plato tico por excelencia: el casado es una especie de plato combinado que siempre lleva arroz blanco, frijoles (enteros o molidos), y luego varias cosas a elegir como verduras en escabeche o al vapor, nachos, ensalada, yuca frita o en salsa, chayote... etc. Y por último, el elemento central suele ser o carne de res como la chuleta o de cerdo, o pollo o pescado empanizado o al ajillo... existen diversas elecciones y siempre depende de lo que tenga la soda disponible. Y para beber, normalmente existen menús que con el casado te viene un fresco, que consisten en frutas tropicales batidas (con agua o con leche): hay de piña, de papaya, de sandía, de melón, de mora.... o de cosas más exóticas como la guanábana o el tamarindo. En Costa Rica la comida nunca se acompaña con agua solamente, sino que una bebida dulce es obligatoria. 

Para el postre, el mejor local del Mercado Central es la
Sorbetera de Lolo Mora en el que la carta está pintada sobre un muro con dibujos y la posibilidad de elección es muy pequeña: o helado solo, o helado con granizado de cola y leche en polvo por encima, mezcla extraña a la que los ticos llaman Churchill. Sólo tienen un helado amarillo de un sabor no identificado pero delicioso similar a la crema. Y el granizado es hecho al instante, con un raspador de un bloque enorme de hielo. 

Además del Mercado Central, otro sitio mítico para almorzar es la Soda Gloriana, que cambia de menú cada día. Lo mejor es ir un miércoles para disfrutar su deliciosa olla de carne, plato típico del país, delicioso y contundente, que se puede acompañar de una horchata, que nada tiene que ver con la horchata de chufa valenciana. Aquí se hace con agua de arroz, clavo de olor y canela molida. Sabe bien, pero me quedo con la valenciana de jugo de chufa, agua y azúcar.

Si queréis casados con un toque más contemporáneo hay dos sitios interesantes: por un lado, en plena zona roja (la más peligrosa), está el Café Rojo, en una casona del siglo XIX, donde sirven los casados con tu twist vietnamita, usando ingredientes y salsas del país: diez de diez. Y por otro lado, en el bohemio barrio Escalante está el Café Dulce de Junio, donde además de sus deliciosas tartas caseras (o queques como dicen los ticos), tienen caseros contemporáneos, como el de chuleta de cerdo en salsa de piña con estofado de okra y coliflor envuelta en huevo. Para sitios más internacionales lo mejor es irse hacia las zonas más pijas como Rohrmoser, Escazú o Santa Ana. Allí hay desde restaurantes franceses como Île-de-France o restaurantes fusión como Furca.

Con la barriga llena, seguimos nuestro paseo viendo los edificios por alrededor de la Avenida Central, como los Correos de Costa Rica o el maravilloso Teatro Nacional, en la plaza de la Cultura. Su fachada neoclásica y sus increíbles interiores (dignos de cualquier gran ópera europea como la Garnier de París o la Scala de Milán) lo convierten en uno de los edificios más queridos por los josefinos. Vale la pena también dar una vuelta por el sur del Parque Nacional, recorriendo la pequeña calle 17 (peatonal) viendo la Asamblea Legislativa de Costa Rica, el contundente complejo de la Corte Suprema de Justicia o las montañas que rodean la ciudad desde los escalones de la plaza de la Democracia, frente al Museo Nacional. Este Museo, por cierto situado en el antiguo cuartel general del Ejército, ahora abolido, alberga objetos de todas las épocas históricas del país, mostrando de forma amena la historia de Costa Rica. Curiosas son las enormes esferas de piedra expuestas que aparecen soterradas en Turrialba, construidas por las tribus precolombinas. Es bonito también el mariposario de la entrada, por donde poder pasear rodeado de estos animales de colores. Y al atardecer, las vistas de la ciudad desde el patio central son preciosas. Ese fue, por cierto, el único museo de la capital al que fui en mi primera vez. 

A la tercera pude visitar también el famoso Museo de los Niños, situado en la antigua prisión central, además de ofrecer exposiciones para los más pequeños, también alberga la Galería Nacional. Esta vez la muestra era de la primera Bienal de Artes Lumínicas, y encontré obras realmente impresionantes de artistas ticos. También visité el Museo del Jade y de la Cultura Precolombina, uno de los mejores en los que he estado, en el que ver muchas de las especies animales presentes en el país representadas en objetos de uso cotidiano, arte destinado a atraer la fertilidad, figuras humanas que parecen extraterrestres y sobre todo muchas figuras de jade.

Otro de los lugares de referencia en la capital es el Centro Cultural de España en San José, en barrio Escalente, donde además de las actividades frecuentes que organizan también tienen exposiciones temporales de primer nivel.

Por último, no puedo dejarme el destartalado Parque Central, y su mega glorieta de cemento que recuerda a la arquitectura soviética brutalista. Enfrente está la Catedral Metropolitana, con las paredes inferiores forradas de azulejos españoles y su elegante decoración neo renacentista. Una vuelta por el animado paseo de los Estudiantes hará que hayamos completado una visión básica de la vida en la capital tica. 

Sin embargo, faltarían zonas del área metropolitana como el parque de la libertad, una antigua zona industrial recuperada como zona de conservación de la biodiversidad, espacio recreativo y de formación para la juventud. Es interesante ver como grandes estructuras industrias se han convertido en maceteros y grandes naves están cubiertas de preciosos grafitis y murales.

Visto y disfrutado San José, ya podemos empezar a planificar excursiones por el maravilloso Valle Central. 

IMPRESCINDIBLES

Comer

Olla de carne en la soda Gloriana.

Churchill en la sorbetera de Lolo Mora.

Beber

Chicha de piña y canela en Cambalache.

Canción

"Tresesenta" de Editus.

divendres, 2 de setembre del 2011

Balance... 25 años de vida y 5 de nómada

 Aunque oficialmente el año empiece el 1 de enero, la verdad es que para mí siempre ha sido el 1 de septiembre cuando he dado por cerrado un periodo de mi vida para abrir otro nuevo. A veces han sido cambios de periodo tranquilos, de situaciones más o menos similares, como el tránsito de primero a segundo de carrera... otros han sido cambios de vida radicales, como cuando me fui de Erasmus a Paris o este pasado año que me mudé para vivir en Madrid.

Esta vez el cambio será también bastante grande. De la vida en Madrid volveré al Nuevo Continente, en concreto a Miami, en la punta del "Sunny State". Pasando antes por Centroamérica conociendo un país ejemplar en muchos aspectos como es Costa Rica.

Por tanto, 1 de septiembre, toca hacer balance... y más siendo 2011. Hace ahora 5 años, en 2006, abrí una etapa nueva en mi vida, totalmente diferente a la anterior, con un impresionante viaje a China (Beijing y Hefei), donde además de entrar mi hermana a nuestras vidas, lo cierto es que desde ese momento no he parado de viajar. Descubrir países se ha convertido en un vicio que a veces me ha acarreado algún que otro disgusto.

Con 25 años acabados de cumplir y por tanto, un cuarto de siglo en la espalda, son 24 los Estados que ya he tenido la oportunidad de vistar (26 en unos dias) e incontables las ciudades y pueblos por los que ya he paseado, dormido o comido...


En efecto, tras China pasé por las Baleares (Eivissa y Formentera) y luego a Francia (Taizé y París) así como en la capital croata: Zagreb donde empecé 2007, un año aún más viajero, en el que volví a Asia, esta vez descubriendo Filipinas, visité otra isla balear (Menorca), volví a Francia para descubrir Estrasburgo y repetir Taizé y visité por primera vez Alemania (Heidelberg i Mannhein), Italia (Roma) y Suiza (Ginebra), donde inicié el fascinante 2008....

Ese año volví a Roma para decubrirla más a fondo y fui a conocer la modernísima Berlín. Mayo empezó en Málaga, primera ciudad andaluza que visité en mi vida. El verano de 2008 fue el de la profundización de mis conocimientos de Manila, la isla de Negros (con una excursión a Lakawon) y sobretodo, el descubrimietno de Australia, en concreto de Sidney y Mudgee. Una escala en Corea del Sur me permitió conocer el puerto de Incheon y sus parques. Volví también a Taizé y explore algo más su comarca. Finalmente acabé viviendo en París, descubriendo sus secretos y aprovechando para conocer más Francia, en concreto Fontainebleau, Chartres, Lille y Arras.

2009 empezó con un viaje loco a Dublín donde también conocí Howth. Y continuó descubriendo Nantes y el pueblecito de Le Croisic. Después pasé dias en Lyon, Toulouse y Albi. Y poco después hice una escapada a Angers. Las Pascuas las pasé en Praga y luego hice viajecitos al Mont Saint-Michel, a Saint-Malo y la ruta de los castillos del Loira. Pero también fui a Amsterdam y pasé unos minutos en La Haya, en el viaje más improvisado jamás hecho. En junio descubrí la capital bretona (Rennes) así como la pequeñísima isla de Bréhat... un paraíso por cierto. También pasé unos dias en Aachen (Alemania) y visité Colonia.

El verano de 2009 continuaba con un dia en el emirato de Qatar y en su calurosa capital Doha. En Filipinas, además de Negros (Sugar Beach y el Monte Tanlaon), redescubria la capital negrense Bacolod. Así mismo, amplié mis conocimientos de Manila viviendo en Makati y también descubrí la província de Bicol y su capital Naga. Al volver a Europa, rumbo a Gran Canaria (tras haber visitado Tenerife en 2001). Y por último, acababa en Saint-Tropez y sus alrededores. Octubre de 2009 fue sinónimo de Salamanca, Bruselas, Parma, Bolonia, Lucca y Pisa.

2010 empezaba con un viaje a Londres en febrero. Dias después aterrizaba en Rio de Janeiro, Brasil, primera vez que estaba en América. Tras pasar los Carnavales y hacer turismo, fui a los famosísimos pueblos de Búzios y Paraty. Un dia en Sao Paulo para coger el bus y pasé cinco meses viviendo en Florianópolis. Allí hice una maravillosa excursión a Iguazú (lados brasileño y argentino) y a la paraguaya Ciudad del Este. También visité Porto Alegre y Buenos Aires, donde también hice un pequeño viaje a Colonia del Sacramento, en Uruguay. Visité también ciudades de mi estado brasileño: Santa Catarina. Blumenau y Joinville.

Y tras una semana de nuevo en Rio,como voluntario de la ONU, descubrí el fascinante estado de Minas Gerais, en concreto cuatro pueblos de los que destaca Ouro Preto, pero también me gustaron Tiradentes, Sao Joao do Rey y Mariana, así como su capital Belo Horizonte. Y pasé cuatro horas en Brasilia por una escala de vuelta a Florianópolis. Cerré mi aventura brasileña con unos dias en la caótica Sao Paulo.

 Y como todos los veranos, Asia me llamó de nuevo: volvía a China. Un curso de lengua y cultura china en la BFSU de Beijing y una semana en Shanghai para visitar esta fascinante ciudad y la Expo 2010 hicero que mi pasió por el gigante chino se redoblara. En septiembre me mudé un añi a Madrid. Durante este tiempo volví a Holanda, donde conocí más a fondo La Haya, viendo incluso a la Familia Real pasar para la apertura del Parlamento. Y pude descubrir la encantadora Delft. Un par de dias en l'Alguer hiceron que mi primer contacto con la isla de Cerdeña fuera en mi lengua. Y después, cinco dias más de "road trip" por el sur de la isla hiceron que Cagliari, Villasimius o los "nuraghe" se conviriteran en nombres familiares para mi. Al volver a Madrid pude visitar San Lorenzo del Escorial y fui un dia a la medieval Toledo. Al empezar la Navidad me escapé tres dias al mercado navideño más grande del mundo: Munich. Y pude conocer en castillo de Neuschwastein, el que inspiró a Walt Disney. El 2010 acabó en Rotterdam con una excursión a Kinderdijk.

Los primeros dias de 2011 descubrí Leiden i redescubrí La Haya y Amsterdam. Poco después pasaba cuatro dias en Lisboa, mi primer contacto con Portugal, con unas horitas en Sintra. Una excursión de un dia a Alcalá de Henares y otra a Segovia me ayudaron a desconectar de Madrid. Mesos más tarde ponía rumbo al norte visitando La Rioja, Euskadi, el Iparralde y Burdeos. Y después de acabar de exprimir Madrid y de visitar el Valle de los Caídos, volvia a Eivissa. Pero lo más emocionante vino a finales de junio: por primera vez visitaria África y lo haría empezando por Marruecos. Marrakech fue la primera ciudad del continente olvidado que visité, aunque me gustó mucho más Essaouria. Pocos días después volvía de nuevo a Filipinas descubriendo el norte de la encantadora y enorme província de Palawan, así como la pequeñita isla de enfrente de Manila: Corregidor. Al volver, pasé una semana en en Gran Ducado de Luxemburgo.


En unos dias empezaré nuevas aventuras: 20 dias en Costa Rica, para conocer el país más feliz del mundo... y luego todo un año en Miami, Estados Unidos, donde el derecho a buscar la felicidad está consagrado en su Constitución...

Así que en unos días me tendreis dando guerra por aqui de nuevo, con nuevos posts ticos.

¡Un abrazo a todos!